Mi Camino a la Sumisión...


El camino a la sumisión genera múltiples reacciones...sensaciones...pensamientos y toda sumisa transita por ello, cada una a su manera.Estos son más que mis vivencias, los cantos de mi alma,las marcas de mi piel,la húmedad de mi cuerpo,la entrega de mi voluntad a MI AMO, es todo lo que he vivido a cuenta gotas desde que él me descubrió sumisa...Jamás tuve un AMO virtual...mi AMO es mi amigo hace mucho tiempo y en su momento fue "el hombre de mi vida" y dado que no transitabamos el mismo camino transformé esa forma de percibirlo y pasó a ser mi amigo...conoce muy bien mis fortalezas, mis debilidades y mis oportunidades y creo por ello logró llevarme al punto exacto para asumir...que en mi dormía plácidamente una sumisita un tanto rebelde, pero con una esencia muy sumisa!!!



Respeto todas las opiniones y disertaciones acerca de mis vivencias y experiencias, todos tenemos una historia propia y somos seres únicos e irrepetibles en el universo y por ende es absurdo que la homogeneidad, la similitud y el converger absolutamente en todo...sea lo común,por el contrario, siempre he pensado que en las divergencias...está la convergencia...



Este es el camino de una mujer que entró a la sumisión en su edad madura, es madre,amante,amiga,hija,profesional y muy orgullosamente....SUMISA!!!































sábado, 11 de junio de 2011

"Renacer" de AMO PSYCHO...Me encanta!!!

Hoy quiero compartir en mi blog una historia de vida inspiradora y estimulante a la par de motivante dentro del mundo BDSM, AMO PSYCHO, escribió su historia "Renacer" en el Cusderno BDSM 14, es una historia normal pero poco común, dado el contexto de vida de sus protagonistas y la forma como lo afrontaron y solo me queda agradecer desde lo más profundo de mi alma de sumisa por compartir una de las historias que más me han llegado al corazón...Todo es posible!!!
Gracias Señor por contarnos una partecita de su vida.

"RENACER"
Cuántas veces me dijeron de Cuadernos BDSM “escribe tu historia”.
Después de mucho insistir, de meses repitiéndome una y otra vez “escríbela”, me siento delante del teclado, y pienso… y ahora que?
Contar la intimidad de uno, no es plato de buen gusto. Puede dar lugar a interpretaciones varias. Ganas de llamar la atención, afán de protagonismo, ego desmesurado, imbecilidad… pero bueno, que sea lo que Dios quiera y aquí estoy.
Esta no es la típica historia en la que uno empieza diciendo “para mí el bdsm es…” ni haciendo gala de los conocimientos que tiene, o cree tener… ni una tesina sobre lo que a criterio particular de un servidor es el Dominio y la sumisión… Va a ser que no…
La historia que voy a contaros, es en parte la que a posteriori me relataron a mí, y en parte, algunos de mis recuerdos. Espero que seáis condescendientes y benévolos conmigo y no seáis muy crueles en vuestro juicio.
Mi Nick en Internet es PSYCHO, soy dominante, y tengo el honor de poseer a dos mujeres maravillosas, mis ESCLAVAS (y sí, lo escribo en mayúsculas) Perversa y LuNa. Soy un hombre normal, como cualquier otro. Tengo cuarenta y dos años, y una trayectoria en el mundo del BDSM que se remonta a algo más de dos décadas. Más de uno pensará, y “ahora nos soltará un rollazo”, y nos presentará su currículum bedesemero… pues no, ese no es el tema que voy a tratar, pero creo que es necesario explicar el prólogo de mi historia como dominante, para entender quién soy ahora y su porqué.
Fui iniciado a los diecisiete años por una mujer madura, el típico caso de la “Señora Robinson”, que se acostumbra a decir. Esa mujer, que para más inri, era ginecóloga, amante del sexo fuerte, sumisa y masoquista, durante dos años, me enseñó cómo tocar a una mujer, cómo satisfacerla, y todas las prácticas y variantes que ella conocía del mundo del sadomasoquismo, que por aquel entonces, no era ni conocido, ni masificado, ni estaba de moda como ahora, que gracias a este maravilloso invento que es Internet,cualquiera puede acceder a toda la información o desinformación que desee…según se mire.
Para mi desgracia, me encontré con diecinueve años, y una experiencia que no pertenecía a un chico de mi edad y generación, y desde entonces, cuando mantenía relaciones con mujeres de mi edad, me aburría someramente, o simplemente no me satisfacían. Después de un matrimonio fallido, con cuatro separaciones, todas ellas de la misma mujer, y un rosario de relaciones extramatrimoniales, la mayoría de ellas con connotaciones BDSM, decidí que mi vida conyugal había tocado fondo, y que prefería vivir solo y feliz, que estar acompañado y sentirme desgraciado.
Poco tiempo después, el destino me llevo a conocer a Perversa, una mujer increíble, de la cual me quedé prendado tanto de su belleza, como de su personalidad. Ella tenía curiosidad por este mundo, y de mi mano se adentró en él. De eso hace ahora, diez años. Mi relación con Perver, fue perfecta. Me divertía con ella, me sentía amado y ella se entregó a mí con total devoción y presteza, haciendo que toda mi experiencia como Amo, quedase ridícula hasta ese momento. 
Si bien mi vida no era perfecta, como no lo es la vida de nadie, sí era feliz, pues me sentía realizado como persona, como hombre y como Amo.
Todo funcionó a la perfección hasta mediados de noviembre del año dos mil siete.
Ese día, me tome la tarde libre. Pasamos el día en casa con Perversa, mantuvimos una sesión espectacular, nos divertimos y disfrutamos. Después de cenar, estábamos viendo la televisión, y sentí una necesidad imperiosa de ir al baño, y cuando me levante del sofá, me desplomé como un castillo de naipes.
Esa noche, PSYCHO sufrió un ictus, un infarto cerebral, que le fulminó y le dejó inconsciente en el suelo del salón de su casa, tirado frente a la chimenea, con su esposa y esclava gritando y llorando mientras le zarandeaba pensando que estaba muerto.
En ese momento, PSYCHO desapareció, y apareció simplemente JJ.
Cómo lo hizo, lo ignoro, pero Perver se llevó a cuestas a una mole de 138 kilos hasta el coche, me montó en el asiento, y me llevó al Hospital General, donde fui atendido de urgencia. Como es de suponer, no recuerdo absolutamente nada de lo ocurrido ese día, ni muchos de los posteriores, pues empiezo a tener conciencia de mi vida a partir del mes de febrero del año siguiente. No quiero entrar en pormenores de lo ocurrido durante esos veintitrés días que estuve ingresado, pero lo peor estaba por venir.
Cuando me dieron el alta hospitalaria, el calvario que sufrió Perversa, quizá sea peor que el mío, pues de tener en casa a un marido inteligente, capaz, y a su Amo perfecto, pasó a tener un hombre con el cerebro de un niño de cinco años, totalmente dependiente de ella.
Esa noche de noviembre, perdí gran parte de mi memoria, pues no recordaba ni siquiera el nacimiento de mi hija, ni que hacía allí, ni como conocí a Perversa.
Perdí la movilidad y sensibilidad del costado izquierdo de mi cuerpo, quedándose contracturado el cuádriceps de mi pierna izquierda con cuadro de dolor constante. Perdí la coherencia de un adulto y el sentido del humor. No sabía ni leer, ni escribir, ni realizar ninguna operación aritmética, siendo licenciado en derecho y economista. Perdí la capacidad de hablar correctamente, primero balbuceando, y después tartamudeando, confundiendo palabras y significados. Lo único que en mi casa se me oía decir de carrerilla y sin tartamudeos era: “coñomierdajoder” cada vez que intentaba hacer algo y no lo conseguía.
Ese año, fue el más duro de nuestra vida en común. Un año yendo a diario a rehabilitación. A sesiones de ultrasonidos, de movilidad. Si me decían que debía andar un kilómetro, corría cinco. Corría hasta que la pierna se me doblaba. Corría hasta que lloraba de dolor. Quien diga que no ha visto a su Amo llorar, puede preguntarle a Perversa, pues ella vio al que había sido su amo, llorar a diario. Llorar de rabia, de frustración… lloraba de no saber quién era, de no recordar por qué estaba allí, de no saber hacer las cosas por mí mismo, aunque Perver se afanaba por conseguir que no me sintiera mal, cuando ni siquiera sabía atarme los cordones de los zapatos, abrocharme los botones de una camisa o subirme la cremallera de la bragueta.
Cuando abrí los ojos en ese hospital, no recordaba mi vida con Perversa en su totalidad, tan solo retazos, pero sabía que la quería… era de lo único que estaba seguro. Y después de todo lo acontecido, debo reconocer que si ella no me hubiese amado como lo hizo, no habría soportado tan estoicamente esa dura prueba. Nunca recibí una mala respuesta por su parte. Nunca hubo un gesto de desesperación o desdén. Cuando yo me obcecaba con algo, sin obtener resultado alguno, y ella intentaba hacerlo por mí, repetía una y otra vez “yopuedo, yopuedo”, a lo que ella respondía “sé que puedes, tan sólo te enseño como hacerlo mejor”. Nunca un mal gesto, ni una mala contestación, ni una mala cara. Ni siquiera el día que yo salí corriendo porque había fuegos artificiales dentro del microondas, al haber puesto a calentar un vaso de leche junto con la cucharilla del café, o cuando intenté poner un lavavajillas, y tan solo los aclaraba porque no había recordado poner el detergente, o cuando un poco más y hago saltar por los aires la casa, cuando intentando cocinar, se me olvidó encender el fogón después de abrir la espita del gas.
La primera vez que Perver intentó mantener una relación sexual conmigo, al darme el alta del hospital, según me contó, fue como estar con un niño, pues aparte de ponerme colorado como un tomate, cosa que ella nunca había visto en mí, pues ruborizarme no era precisamente una de mis facetas, le duró la alegría lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio… osea, nada y menos. Para mí era mi primera experiencia sexual.
Algunos meses después, cuando mi recuperación empezaba a acelerarse, un día, cotilleando por los armarios, encontré escondidas en una caja cosas que me escandalizaron… un látigo, una fusta, y artículos varios para el solaz de cualquier practicante bedesemero… y, oh! Dios mío… unas cintas de video.
Cual fue mi sorpresa, cuando al preguntarle a Perversa por esos artículos, ella me decía “JJ no lo vas a entender, ya te lo contare mas adelante”, ante lo cual, yo me enfadaba, empezaba con el “mierdacoñojoder” y me ponía pesado hasta que obtenía una explicación, que habitualmente, no entendía.
Perver, con más miedo que vergüenza, me explico las prácticas que realizábamos, el tipo de sexo que yo practicaba con ella, y los juegos de los que disfrutábamos, ante lo cual, con total incredulidad, le decía que eso era imposible, que yo no sería capaz ni de darle un azote en el culo… yo? Ni en broma… eso era de maltratadores, de malas personas, yo sería incapaz de hacerle daño… y por supuesto, si a ella le gustaban esas cosas, eso es que era una puta.
Perver me enseñó la marca que luce en su espalda, que yo le hice a fuego, y la anilla que por mí luce en sus genitales. Yo seguía sin creer. Entonces, Perver, me dijo: “vale, si lo ves lo creerás?” Y sentándome en el sofá de casa, me plantó un vídeo, en el cual, yo, con mi mentalidad de ese momento, le hacia las mil barbaridades.
El que salía en los vídeos no era yo. Sí, se me parecía, pero leche… ese no era yo, ese tenía cara de mala leche, cara de malo, y no era yo… ese tío que se me parecía tanto, era un bastardo sin sentimientos que le hacía daño a mi mujer… y hablando de mi mujer, ella sí era la de los videos… que era ella, lo tenía claro… que por cierto, menudo putón tenía por mujer… vaya cosas hacía y soportaba… pero coño… ese no era yo!!!!
No podía creerlo.
Osea, que a mí, antes de “pasarme eso”, como yo llamaba al ictus, disfrutaba gastando putadas a Perver y haciéndole daño… pero lo más cojonudo del asunto, es que a ella, parecía que hasta le gustaba!!! Increible…
Conforme fue pasando el tiempo, me di cuenta de que si ella disfrutaba de esas prácticas, y le gustaban, no debía de ser tan malo lo que le hacía… pero yo no sentía ni la necesidad ni las ganas de meterme en esa historia. Lo del sado no era para mí.
Como dicen en baseball, strike uno
Pero ahí empezó el dilema.
Yo era feliz, dentro de mi desgracia, pero aunque sabía que Perver era feliz porque había sobrevivido su marido, se sentía desgraciada por la desaparición de su Amo.
Un día intente imitar las cosas que veía en mis propios vídeos. Los gestos, las palabras, los juegos… pero tan sólo era eso, una mala y burda imitación, pues cuando le daba más fuerte de lo que yo deseaba, al ella quejarse, corría presto a preguntarle si le había dolido, más asustado yo que ella, pero ni era lo que veía en la pantalla de la televisión, ni ella lo sentía como tal, y Perver, agradeciéndome el interés que tenía en hacerla feliz, me pidió que desistiera en el intento, y dejara el tema en paz, pues ni ella me sentía como su amo, ni a mí me gustaba hacerle esas cosas, ante lo cual, ella, aunque agradecía mi intención, tan solo sentía la perdida del que un día fue su amo, faceta que ahora había desaparecido del hombre que seguía viviendo con ella.
Primer intento de ser amo, primer intento de emular lo que había sido, primer intento que no llegó ni a los diez minutos.
Strike dos
Aunque pueda parecer absurdo, me sentía culpable. Me sentía mal por no poder ofrecerle lo que ella deseaba… y un buen día de verano, cenando, le planteé mi decisión. Le buscaría un amo. Sí, le buscaría un amo que le diese lo que yo no podía darle, cumplimentando así, lo que ella necesitaba, y aunque a mí no me hacía ni puñetera gracia que otro hombre pudiera siquiera tocarla, al menos ella se sentiría feliz. Perver me miró como si fuera un alien, y tan sólo me respondió una cosa: “cielo, tú eres mi Amo, y aunque no lo vuelvas a sentir nunca más, estas conmigo. Eso ya me hace feliz, pero no quiero a nadie que ocupe tu sitio. Yo no necesito a nadie que me dé azotes ni que me dé caña, sólo te necesito a ti, y si tú ya no eres amo, yo siempre seré tu esclava, y si no vuelves a sentir así nunca más, pues se acabó el sado en esta casa y alabado sea dios… pero es lo que hay, osea que quítate eso de la cabeza y cena”.
Después de ese día, nunca más se volvió a hablar del tema en casa. Nada de sado, nada de amos, ni de esclavas, ni de nada…
Strike tres… bateador eliminado.
Yo seguía corriendo cada día mis cinco kilómetros, pasando medio día en el hospital en rehabilitación y en logopedia, aprendiendo a hablar, aprendiendo a escribir y a leer, a sumar, restar, multiplicar y dividir. Pasaba los días así, día tras día… esforzándome, aprendiendo a usar mi mano izquierda, la cual no sentía. Aprendiendo a hacer movimientos sin mirar mis dedos para saber si los hacía correctamente, aprendiendo a andar sin cojear. Aprendiendo a hablar, mirándome en un espejo para corregir los involuntarios movimientos de mi lengua ypoder así hablar sin tartamudear. Pasaba los días llamando a personas de las que no recordaba absolutamente nada, pero que por el hecho de estar en mi agenda telefónica, debían ser importantes para mí, intentando así encontrar retazos de mi memoria en la voz de desconocidos.
Así pasaba los días. Aprendiendo a vivir otra vez.
En ocasiones, tenía flashes de memoria. Recordaba cosas que no sabía ubicar, que no sabía relacionar con momentos vividos o cosas contadas por los demás como intento de hacerme recordar vivencias pasadas, pero así transcurría la cosa al que en su día fue PSYCHO, y que entre convulsiones, se convirtió simplemente en JJ.
Una tarde, fuimos a tomar café con un antiguo amigo, un ex trabajador mío por el cual sentía especial afecto y del cual no recordaba ni el nombre, y mientras él y Perver, intentaban sobrellevar la conversación de forma que a mí no me resultase muy incómoda hablando de cosas intrascendentes e intentando no agobiarme con la tan repetida frase “de eso te acuerdas?”, yo me entretenía jugando con el mechero de mi amigo. Estaba allí sentado, con su mechero en la mano. Un lustroso y flamante zippo. Abriéndolo y cerrándolo… No pensaba en nada… tan sólo estaba abstraído de la conversación… tan sólo jugaba con el mechero… Tan sólo jugaba con el zippo… Abriéndolo y cerrándolo…
Sentí el impacto de la revelación como si de una bofetada se tratara… sentí como un ordenador ha de sentir un volcado de datos… sentí lo que era, lo que había sido, lo que seguía siendo…
Recordé como había marcado a mi esclava, a mi puta, a mi Perversa en la grupa… con el zippo en la mano… Con mi zippo… Con el zippo que perversa me había regalado, y que tenía grabadas las palabras “Cada minuto del resto de mi vida”.
Se me cayó el mechero de la mano y derramé la bebida sobre la mesa. Ellos me disculparon, pues al fin y al cabo, era normal en mí tirar las cosas el día que no prestaba excesiva atención.
Eso fue a finales de noviembre del año dos mil ocho. Había pasado un año desde mi fatídico ictus.
La víspera de navidad, un mes después, tras el trasiego de la Nochebuena, la cena, la fiesta y los turrones, en la calma y la quietud de la cama, le mostré a mi esclava lo que había encontrado un mes antes en una cafetería jugando con un mechero.
Le mostré que su Amo, no había muerto en el servicio de urgencias de un hospital, que su Amo seguía vivo, más cabrón que nunca, con más mala leche que nunca, con más virulencia que nunca, más exigente que nunca y que la amaba y deseaba más que nunca…
Esa noche, Perversa lloró… lloró de alegria, de felicidad por el reencuentro, de dolor y gozo por poder volver a sentir a quien le daba ese dolor, a su Amo, el que hacía un año que no sentía, aunque le viera todos los días, y pensaba que nunca más volvería a aparecer.
Algún tiempo después, entró en nuestra vida mi preciosa LuNa, dando un nuevo sentido a nuestras vidas, ya de por sí alteradas y desmadejadas, y así lo celebramos.
LuNa ha conocido los últimos coletazos de esta historia, las consecuencias de la misma, y la frustración que siento a menudo, cuando me siento infeliz por lo sucedido, por sus repercusiones y las limitaciones que me han provocado… pero entre LuNa y Perver, hacen que el recuerdo de lo vivido, tan solo sea un mal sueño, del cual quedan tan sólo borrosos trazos, cuando mi pierna se esfuerza en no permitirme olvidar.  Soy una persona que convive con el dolor.
Desde esa noche en que PSYCHO murió para después renacer, hasta hoy, y para el resto de mis días, seguiré sintiendo dolor en mi pierna, en la contractura de mi cuádriceps. Un dolor que no está en mi pierna sino en mi cerebro, en ese rincón de mi cerebro lisiado y muerto por culpa de un trombo. Un dolor que desgarra el alma y hace que a veces desee cortarme la pierna, contrastando con la falta de sensibilidad de mi costado izquierdo. Sí, convivo con el dolor, pero soy humano. Esta experiencia, frustrante y dolorosa, me hace ser más humano.
No me duelen prendas en reconocer que adoro a mis esclavas, que las amo con total devoción, y eso no me hace ser más avainillado, ni tener una actitud más sumisil hacia ellas… al contrario, me hace sentir que realmente soy humano, y que tengo la suerte de poder disfrutarlas, cada día, cada minuto, cada segundo…
Hoy, cuando no puedo dormir, las miro y no siento nada que no sea amor por ellas. Con cada palabra, cada gesto, cada beso, LuNa junto a Perver han conseguido soportarme, aguantar mi mal carácter, mis rabietas y mis desasosiegos, me hacen sentir amado y que cada minuto, cada segundo que paso sin ellas, todo pierde el sentido para mí.
A Perver, le debo la vida, y nunca se ha dicho de una forma tan literal como lo digo yo y en todo el más amplio sentido de la palabra. Con su serena belleza, sus preciosos ojos verdes, su carácter suave y su inteligente sentido del humor, me hace tener ganas de vivir cada día. Me hace sentir que vale la pena cada segundo de dolor y de sacrificio, y que ella tiene ganado el cielo, pues lo que ha soportado esta mujer, con una sonrisa en la cara, no habrían sido capaces muchas otras personas. Como alguien dijo de ella en una ocasión, es la mujer medicina. Imposible sentirse mal en su compañía.
Qué decir de mi amada LuNa. Con su brillante inteligencia, su belleza y la frescura de su juventud, es la pieza que hizo que el puzzle de mi vida estuviera completo. Con su cariño y ternura Ella me dio una ilusión que en ese momento estaba bajo mínimos. Su risa, la candidez de su mirada, la ternura de sus gestos y su entrega incondicional, hace que sea un remanso de paz en las tormentas de mi carácter y con esa candidez que emana por todos sus poros, me hace sentir que la vida es buena, y que vale la pena luchar por lo que se ama y se desea. Qué decir de mi princesa LuNa, salvo que nunca pensé que a mi edad y después de todo lo que había sucedido en mi vida, volvería a enamorarme de alguien, con la violencia de sentimientos con que ella consiguió prendarme. Qué decir de mi preciosa LuNa, salvo que a día de hoy es la dueña y señora de la mitad de mi corazón y que tan sólo deseo tenerla a mi lado. Qué decir de mi LuNa, salvo que, en este último año, he aprendido más yo de ella, que ella de mí. Me ha enseñado a ser mejor. Mejor persona, mejor Amo.
Convivo con el dolor, y eso me hace valorar lo que ellas sufren de mi mano, por mi mano, por mí… Convivo con el dolor… pero aceptaría de buen grado seguir sufriendo por toda la eternidad mil veces el dolor que sufro ahora, si supiera que la felicidad de Perver y LuNa, estaba garantizada.
Esta es mi historia.
No es la historia de alguien hablando de lo buen amo que es, ni de lo experimentado que se considera, ni de las prácticas que realiza.
Es la historia de alguien que era y dejó de ser dominante, desapareciendo entre la niebla de un agujero en la memoria de un castigado cerebro, y por casualidades del destino, por una broma cósmica, renació en una cafetería, por culpa de un encendedor, y que volvió a ser feliz… y lo más importante de todo, consiguió que las personas a las que ama, se sintieran plenas a su lado.
Esta es mi historia… como la de tantos otros… aburrida, anodina y vulgar… la historia de un hombre, que después de vivir un infierno, está disfrutando del cielo en la tierra…"
Un saludo,
PSY.

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Mujer,43 años,1.70 de estatura.Delgada,piel morena.